lunes, 5 de marzo de 2018

Report 49: Experiencia astral - Salto entre planos - Esencia feérica

Primer viaje astral (involuntario): Salto entre planos: del onírico al astral y de vuelta al onírico y despertar 

24/2/18
colores del astral
Dormida, soñaba que estaba en un lugar que era como un campamento juvenil con su edificación y sus exteriores. Me juntaba más bien con un grupo de chicas que en la vida real no las conozco, aunque tampoco es que fuera una súper sociabilidad. Habían eventos y en el atardecer-noche,  en una de las salas principales, se hacían actividades de conciertos y arte por los grupos de jóvenes del campamento que quisieran participar. Aburrida, acudí a ver qué se hacía, había un grupo de chicos sudamericanos que tocaban algo y hablaban con el resto. Noté un ambiente de superficialidad y me sentía incómoda, no sé cómo surgieron varios temas de lo paranormal y el grupo como los allí presentes mostraron rechazo y sorna hacia los temas. En ese momento y porque sí, porque me sentía que me tocaban la moral indirectamente, salió mi esencia espiritual. Molesta, como en casi todos mis sueños comencé a levitar en la sala para inquietarlos. Me movía de aquí allá sin inmutarme por tal de fastidiarlos, la gente se empezó a inquietar, a murmurar entre ellos y señalarme con terror. A propósito continué levitando y para enardecerlos más me hacía invisible e iba de una habitación a otra moviendo objetos a mi paso o haciendo corrientes de aire, mis amigas también corrían asustadas. 
Llegué a lo que era el balcón del edificio, que paralelamente se correspondía con la misma edificación que mi domicilio. Me senté en la barandilla mirando abajo al patio del vecino (pues vivo en un piso alto) y pensé en saltar, pero mi razón me decía que si saltaba me mataría. Sin embargo, grité bien fuerte con rabia y orgullo personal: "¡soy una hada!", y salté.
Justo en ese momento todo cambió, cambié de estar soñando a pasar al plano astral. La fuerza de la energía de un súper desplazamiento cambió todo mi estado, ya no estaba en el onírico, había saltado desde él al astral. Todas las emociones se intensificaban y lo notaba todo con una precisión increíble: mi cuerpo, los colores, el espacio, las sensaciones... Para mi sorpresa no me maté, flotaba hacia abajo desde lo que sería "mi balcón" hacia el patio a nivel del suelo del vecino. No obstante, aterricé en mi balcón de nuevo, pero no era el balcón del sueño, era el balcón de mi casa pero que pertenecía al astral. Ya no estaba el campamento ni los niños, era mi piso, pero... tampoco igual del todo. Las vistas que se veían al fondo tenían unos colores asombrosos, la ciudad era ligeramente distinta. Era plenamente consciente de ello y me hablaba a mí misma: "Estoy en el astral, es mi primer viaje astral, y no lo he hecho voluntario" Tenía cierto temor pero no miedo, más bien respeto. Nunca había logrado hacer uno por ese mismo motivo. Éste era involuntario, así que yo no tenía ninguna culpa y Dios no tenía por qué enfadarse conmigo (mis creencias). Dije: "Esto he de aprovecharlo, puede que no se repita nunca, quiero investigar antes de volver a mi cuerpo". Recé: "Oh, Dios mío, protégeme de toda presencia negativa que quiera hacerme daño y permíteme completar esta experiencia, no es malo". No sentía presencias negativas pero era por precaución. Quise tocar el toldo y la madera del balcón, me fasciné con el tacto. Abrí las puertas de cristal que me permitían entrar al salón, estaba decorado con plantas y árboles de interior que no tenía en la vida real. Como tenía temor de que el viaje se desvaneciera se me hizo más pesado avanzar por la casa. Mi objetivo era recorrer el piso y ver las habitaciones. Entré en la cocina y allí estaban mis cuatro periquitos actuales, vivos y bien. No había rastro de mis padres en el momento. Quise, obviamente, como es bien conocido en los viajes astrales, verme a mí misma: un clásico. Fui hasta mi habitación y la intensidad del viaje se iba poco a poco desvaneciendo y todo costaba más. Vi lo que supuestamente era yo, pero lo que vi era más bien un monigote inerte sentado en la cama con unos auriculares grandes. Completé el recorrido del piso por la habitación de mis padres que daba de nuevo al balcón. Al encontrarme en el balcón de nuevo ya no iba caminando (como en todo momento en el piso desde que aterricé en el astral), volaba pero el viento me arrastraba fuera del balcón; me agarré con fuerza al mismo y de nuevo el entorno cambió. El plano ya no era el astral, era de nuevo el onírico, a través del cristal podía ver a los jóvenes del campamento mirarme con ojos de asombro, desconcierto y temor a lo desconocido. Tenían las ventanas cerradas, divisé a mis amigas y deseé estar con ellas, volver a estar dentro del sueño. Tenía la sensación de que mi voz no emitía sonido alguno. Les gritaba: "soy yo, soy (mi nombre real), ¿podéis oírme?". Me respondieron afirmativamente. Les pedí que me abrieran por favor, que les iba a explicar todo. Al final me abrieron, aunque asustadas, sentí su aprecio; pude entrar por la ventana venciendo la fuerza del viento que me tiraba. Una vez dentro, me hice física (?) y recuerdo que les expliqué algo a mis amigas y pude notar que algunas de ellas también tenían una esencia espiritual fuerte (que podían despertar), las asocié con mi mente humana dentro del sueño a algunas amistades "kin" o "despiertos" que tengo en la vida real. En esa situación el sueño se fue disolviendo y con una fuerza huracanada mi cuerpo espiritual regresó de nuevo a mi cuerpo físico que yacía en la cama, y desperté. Encendí el móvil y grabé en audio la experiencia que ahora he redactado. Fue tan impactante que no pude volver a dormirme.
Dormí pocas horas esa noche, pero a parte de ello lo que de verdad me dejó físicamente molida como si no hubiera dormido en una semana fue la experiencia astral. Este tipo de experiencias te consumen mucha energía. Estuve tan mareada todo el resto del día que la noche siguiente me costó muchísimo conciliar el sueño hasta la segunda noche después que se me pasó el malestar físico.