ESPIRITUS ELEMENTALES
Los cuatro elementos de la Naturaleza: Aire, Tierra, Fuego y Agua, están poblados por los espíritus elementales, que el sabio cabalista domina a su antojo y se sirve de ellos como de fuerzas misteriosas.
En la edad paradisíaca, Adán era el rey y señor de los Elementos, mas al perder su inocencia quedóse desposeída de su pureza dominadora y esa fuerza es la que el hombre puede adquirir por los medios que nos ha transmitido la Kábala. Esta ciencia nos descubre el orden jerárquico de todas las entidades invisibles que pueblan los tres mundos, y nos enseña la manera de trabar conocimiento con ellas.
Los espíritus elementales, llamados así porque su morada está en los cuatro elementos, se clasifican en cuatro clases, y son los siguientes: los Silfos, que pueblan el aire; los Gnomos, que moran en las profundidades de la tierra; las Salamandras, que se hallan en el fuego, y las Ondinas, que viven en el agua.
Cada uno de esos grupos está bajo el dominio d eun espíritu superior, cuyo nombre es Rey, y cada Rey se honra con una oración particular impregnada de poesía.
ORACION DE LOS SILFOS
[AIRE]
Espíritu de luz, Espíritu de sabiduría, rey Increado, cuyo aliento da y recoge la forma de todos los seres: Tú, aquel ante quien la vida de todo lo creado es una sombra cambiante y un vapor que pasa; tú, que subes a las nubes y que vas llevado por las alas de los vientos; tú, que respiras y así pueblas los espacios sin fin; tú, que aspiras y todo lo que de ti sale a ti vuelve. Movimiento sin fin en la estabilidad eterna, sé eternamente bendito. Nosotros te alabamos y bendecimos en el imperio de la luz creada, de las sombras, de los reflejos y de las imágenes, y sin cesar aspiramos a tu inmutable e imperecedera claridad. Deja llegar hasta nosotros la luz de tu inteligencia, el calor de tu amor. Entonces lo que es móvil será fijo, la sombra será un cuerpo, el Espíritu del aire será un alma, el ensueño será una realidad. Y nosotros no seremos ya arrollados por la tormenta, pues retendremos las bridas de los vientos de la noche para volar ante tu presencia. ¡Oh suspiro creador de todos los seres! En el flujo y reflujo de tu Eterna Palabra, que es el Océano Divino del Movimiento, ¡protegenos! [+]Amén.
ORACION DE LOS GNOMOS
[TIERRA]
Rey invisible que has tomado la Tierra por sostén, que has abierto los abismos para henchirlos con tu omnipotencia: Tú, cuyo nombre hace temblar las bóvedas del mundo; tú, que haces correr los siete metales por las venas de la tierra; Monarca de las siete luces, renumerador de los obreros subterráneos, llévanos al aire deseable y al reino de la claridad. Nosotros velamos y trabajamos sin descanso, buscamos y esperamos por las doce piedras de la Cuidad Santa, por los tesoros que están enterrados, por el clavo de imán que atraviesa el centro del mundo. Señor: Ten piedad de los que sufren, ensancha nuestros pechos, levanta nuestras cabezas; engrandécenos ¡Oh estabilidad y movimiento! ¡Oh, día envuelto en la noche! ¡Oh, obscuridad velada por la luz! ¡Oh blancura argentina! ¡Oh, esplendor dorado! ¡Oh, corona de vivientes y melodiosos diamantes! Tú, que llevas el cielo en tu dedo como una sortija de zafiro; tú, que escondes bajo tierra, en el reino de la pedrería, la simiente maravillosa de las estrellas, vive, reina y sé eterno dispensador de las riquezas, de las que nos has hecho guardianes. ¡Ayudanos! [+]Amén.
ORACION DE LAS SALAMANDRAS
[FUEGO]
Eterno, Inefable e Increado, Rey y padre de todas las cosas, que eres llevado en el carra veloz de los mundos que incesantemente giran; Dominador de las etéreas inmensidades donde se levanta el trono de tu poder, desde cuya altura todo lo descubren tus ojos penetrantes y tus oídos santos todo lo oyen; atiende a tus hijos que amas desde el nacimiento de los siglos; porque tu áurea, grande y eterna majestad, resplandece por encima del mundo, del cielo y de las estrellas, y sobre ellas te levantas. ¡Oh, fuego resplandeciente! Allí tú brillas y perduras en ti mismo, por tu propio esplendor y salen de tu esencia inacabables arroyos de luz que nutren tu espíritu infinito. Este espíritu infinito alimenta todas las cosas y hace este tesoro inagotable de substancia siempre dispuesta para la generación que la elabora y que se apropian de las formas que tú te has infundido desde el Principio. De este Espíritu toman también origen esos muy santos reyes que circundan tu trono y que forman tu corte. ¡Oh, Padre Universal! ¡Oh, Unico! ¡Oh, Padre de los Bienaventurados mortales e inmortales! Tú has creado substancias que resultan maravillosamente semejantes a tu Eterno Pensamiento y a tu Esencia Adorable. Tú has concedido superioridad a los ángeles que anuncian al mundo tus verdades. En fin, Tú nos has creado en la tercera categoría de nuestro imperio elemental. Ahí nuestra continua preocupación es la de alabar y de adorar tus designos, Ahí, ardemos en la incesante aspiración de poseerte. ¡Oh, Padre! ¡Oh Madre, la más amorosa de las madres! ¡Oh, admirable Arquetipo de la maternidad y del amor puro! ¡Oh, Hijo, la flor de los Hijos! ¡Oh, Forma de todas las formas: Alma, Espíritu, Armonia y Número de todas las cosas! ¡Bendicenos! [+]Amén.
ORACION DE LAS ONDINAS
[AGUA]
Rey impetuoso y terrible del mar. Tú que tienes las llaves de las cataratas del cielo y que encierras las aguas subterráneas en las profundidades de la tierra; Rey del diluvio y de las lluvias de la Primavera y de las aguas torrenciales; tú, que abres los manantiales de los ríos y de las fuentes; tú, que mandas a la humendad, que equivale a la sangre de la tierra, se transforme en savia de las plantas, te adoramos y te invocamos. A nosotros, que somos tus móviles e inestables criaturas, háblanos en medio de las grandes conmociones del mar y temblaremos ante tu presencia; háblanos en el murmullo de las aguas límpidas y ansiaremos tu amor. ¡Oh, Inmensidad, en la cual van a perderse todos los ríos del ser, que incesantemente renacen en ti! ¡Oh, Océano de las perfecciones infinitas! ¡Profundidad que te exhalas a las alturas, condúcenos a la verdadera vida por la inteligencia y el amor! Llévanos a la inmortalidad por el sacrificio, a fin de que lleguemos a ser dignos de ofrecerte un día el agua, la sangre y las lágrimas para el perdón de los errores. ¡Sálvanos! [+]Amén.