Primer viaje astral (involuntario): Salto entre planos: del onírico al
astral y de vuelta al onírico y despertar
Dormida, soñaba que estaba en un lugar que era como un campamento
juvenil con su edificación y sus exteriores. Me juntaba más bien
con un grupo de chicas que en la vida real no las conozco, aunque
tampoco es que fuera una súper sociabilidad. Habían eventos y en el
atardecer-noche, en una de las salas principales, se hacían
actividades de conciertos y arte por los grupos de jóvenes del
campamento que quisieran participar. Aburrida, acudí a ver qué se
hacía, había un grupo de chicos sudamericanos que tocaban algo y
hablaban con el resto. Noté un ambiente de superficialidad y me sentía
incómoda, no sé cómo surgieron varios temas de lo paranormal y el
grupo como los allí presentes mostraron rechazo y sorna hacia los
temas. En ese momento y porque sí, porque me sentía que me tocaban
la moral indirectamente, salió mi esencia espiritual. Molesta, como
en casi todos mis sueños comencé a levitar en la sala para
inquietarlos. Me movía de aquí allá sin inmutarme por tal de
fastidiarlos, la gente se empezó a inquietar, a murmurar entre ellos
y señalarme con terror. A propósito continué levitando y para
enardecerlos más me hacía invisible e iba de una habitación
a otra moviendo objetos a mi paso o haciendo corrientes de aire, mis
amigas también corrían asustadas.
Llegué a lo que era el
balcón del edificio, que paralelamente se correspondía con la misma
edificación que mi domicilio. Me senté en la barandilla mirando
abajo al patio del vecino (pues vivo en un piso alto) y pensé en
saltar, pero mi razón me decía que si saltaba me mataría. Sin
embargo, grité bien fuerte con rabia y orgullo personal: "¡soy
una hada!", y salté.
Justo en ese momento todo cambió,
cambié de estar soñando a pasar al plano astral. La fuerza de la
energía de un súper desplazamiento cambió todo mi estado, ya no
estaba en el onírico, había saltado desde él al astral. Todas las
emociones se intensificaban y lo notaba todo con una precisión
increíble: mi cuerpo, los colores, el espacio, las sensaciones...
Para mi sorpresa no me maté, flotaba hacia abajo desde lo que sería
"mi balcón" hacia el patio a nivel del suelo del vecino.
No obstante, aterricé en mi balcón de nuevo, pero no era el balcón
del sueño, era el balcón de mi casa pero que pertenecía al astral.
Ya no estaba el campamento ni los niños, era mi piso, pero...
tampoco igual del todo. Las vistas que se veían al fondo tenían
unos colores asombrosos, la ciudad era ligeramente distinta. Era
plenamente consciente de ello y me hablaba a mí misma: "Estoy
en el astral, es mi primer viaje astral, y no lo he hecho voluntario"
Tenía cierto temor pero no miedo, más bien respeto. Nunca había
logrado hacer uno por ese mismo motivo. Éste era involuntario, así
que yo no tenía ninguna culpa y Dios no tenía por qué enfadarse
conmigo (mis creencias). Dije: "Esto he de aprovecharlo, puede
que no se repita nunca, quiero investigar antes de volver a mi
cuerpo". Recé: "Oh, Dios mío, protégeme de toda presencia
negativa que quiera hacerme daño y permíteme completar esta
experiencia, no es malo". No sentía presencias negativas pero
era por precaución. Quise tocar el toldo y la madera del balcón, me
fasciné con el tacto. Abrí las puertas de cristal que me permitían
entrar al salón, estaba decorado con plantas y árboles de interior
que no tenía en la vida real. Como tenía temor de que el viaje se desvaneciera se me hizo más pesado avanzar por la casa. Mi
objetivo era recorrer el piso y ver las habitaciones. Entré en la
cocina y allí estaban mis cuatro periquitos actuales, vivos y bien.
No había rastro de mis padres en el momento. Quise, obviamente, como
es bien conocido en los viajes astrales, verme a mí misma: un
clásico. Fui hasta mi habitación y la intensidad del viaje se iba
poco a poco desvaneciendo y todo costaba más. Vi lo que
supuestamente era yo, pero lo que vi era más bien un monigote inerte
sentado en la cama con unos auriculares grandes. Completé el
recorrido del piso por la habitación de mis padres que daba de nuevo
al balcón. Al encontrarme en el balcón de nuevo ya no iba caminando
(como en todo momento en el piso desde que aterricé en el astral),
volaba pero el viento me arrastraba fuera del balcón; me agarré con
fuerza al mismo y de nuevo el entorno cambió. El plano ya no era el
astral, era de nuevo el onírico, a través del cristal podía ver a
los jóvenes del campamento mirarme con ojos de asombro, desconcierto
y temor a lo desconocido. Tenían las ventanas cerradas, divisé a
mis amigas y deseé estar con ellas, volver a estar dentro del sueño.
Tenía la sensación de que mi voz no emitía sonido alguno. Les
gritaba: "soy yo, soy (mi nombre real), ¿podéis oírme?". Me
respondieron afirmativamente. Les pedí que me abrieran por favor,
que les iba a explicar todo. Al final me abrieron, aunque asustadas, sentí su aprecio; pude entrar por la ventana venciendo la fuerza del
viento que me tiraba. Una vez dentro, me hice física (?) y recuerdo
que les expliqué algo a mis amigas y pude notar que algunas de ellas
también tenían una esencia espiritual fuerte (que podían
despertar), las asocié con mi mente humana dentro del sueño a algunas amistades "kin" o "despiertos" que tengo en la vida real. En esa situación el sueño se
fue disolviendo y con una fuerza huracanada mi cuerpo espiritual
regresó de nuevo a mi cuerpo físico que yacía en la cama, y
desperté. Encendí el móvil y grabé en audio la experiencia que
ahora he redactado. Fue tan impactante que no pude volver a
dormirme.
Dormí pocas horas esa noche, pero a parte de ello lo
que de verdad me dejó físicamente molida como si no hubiera dormido
en una semana fue la experiencia astral. Este tipo de experiencias te
consumen mucha energía. Estuve tan mareada todo el resto del día
que la noche siguiente me costó muchísimo conciliar el sueño hasta
la segunda noche después que se me pasó el malestar físico.
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