sábado, 29 de febrero de 2020

Report 60: Tercer viaje astral - Viaje a la tierra de las hadas

13 de Octubre de 2019, Luna cazadora. Mi tercer viaje astral propiamente dicho y segundo efectuado de manera voluntaria. Esta experiencia es de remarcada importancia ya que después de luchar con los bajos astrales pude ordenar mis vibraciones y viajar al Reino de las Hadas habitando brevemente entre ellas y compartiendo uno de sus más grandes Tabús: ¡COMER COMIDA DE HADAS! entre otras cosas. Allá vamos -->


Después de un día de agudo sufrimiento y ávidas lágrimas espectrales al vuelo de la moto en la carretera insonorizada, logré dormir gracias a la paz que me transmitía mi aliado humano. Desperté sobre las 3 de la madrugada para ir al baño, y como no tenía que madrugar al día siguiente volví a la cama tranquila dispuesta a recuperar el sueño. No me acuerdo en qué posición me quedé, sin embargo una vez el cuerpo se quedó dormido, mi consciencia estaba plenamente despierta (y como en la mayoría de viajes al otro mundo me sentía en posición totalmente horizontal cara arriba). Era plenamente consciente, mi cuerpo astral parpadeaba y veía la oscuridad de la noche de la habitación de mi nuevo hogar. Notaba ese cambio de densidad que me hacía consciente de que me hallaba en el tránsito entre mi cuerpo humano y el astral; así que proyecté mi voluntad para impulsarme y despegarme del cuerpo. Y funcionó, primero un brazo, luego otro, la cabeza, me incorporé como para sentarme y salió mi alma flotando. La primera vez fuera estaba en mi habitación de Barcelona, gateé sintiendo la pesadez del ambiente, como de costumbre había ido a parar al bajo astral. Todo era negro y denso, podía únicamente divisar entre las sombras y con la intuición. Así abrí la puerta del dormitorio y
Peleando en el bajo astral
gateé hacia la de mis padres, abriéndola noté un ambiente todavía más turbio y a la altura de la puerta de su lavabo salieron radioactivos tonos de luz espectral que me propulsaron atrás con rechazo. Algo oscuro había allí que no me dejaba avanzar. Volvía a estar en mi cuerpo, todavía estaba activa la conexión y luchaba conscientemente para mantenerla sin despertarme. Quería volver a salir y así lo hice. Esta vez en mi residencia actual, pese a mantener ese hilo inquebrantable con Barcelona que casi cada noche me hacía volver allí. De nuevo me despegué de mi cuerpo y gateé hasta el suelo y abrí la puerta de la habitación hacia la contigua (aquí hay cosas que ya no me acuerdo), pues al final antes de querer despertarme del todo intenté memorizar todas las experiencias de mi tercera vez en el astral pero volví antes de tiempo y olvidé la mitad. Típico de mi, tengo un cerebro incapaz de retener la información. A donde iba, intenté manosear a mi pareja pero el ambiente cambiaba y aparecían seres parásitos que querían obtener mi energía sexual, yo me negué y tras saltar de nuevo al salón de mi casa en Barcelona volví al cuerpo en Cantabria con el firme propósito de formar un escudo de luz protector alrededor de mi alma y así no ir a parar a los bajos astrales. Me esforcé en su visualización y paulatinamente fui abandonando de nuevo el cuerpo llevándome el huevo de luz blanca conmigo formándose poco a poco, y así alejando las tinieblas de mi entorno. Esta vez el ambiento comenzó a adquirir nitidez y color, varias tonalidades más vivas surgieron y mi visión se volvía clara como si fuera un día normal en el mundo humano. De la sala en la que me encontraba comenzaron a emerger hadas de la nada, pequeñitas y risueñas de cuerpo, me guiaron hacia varias estanterías llenas de libros a los cuales accedí subiendo unas escaleras de madera verticales. Había uno que había visto ya anteriormente en dos sueños, que estaba mitad escrito en románico y en élfico. Yo entendía las letras romanas de mi alfabeto, maravillada me di cuenta que podía leer sus secretos con total claridad, y volver a releer las líneas sin que cambiaran como en los sueños corrientes. Aun así no recuerdo lo que ponía por la razón que anteriormente ya he explicado. Recuerdo que en total leí dos libros distintos, pero no guardo memoria del fenómeno exacto. La sala comenzó a llenarse mágicamente de pasteles y dulces preparados por las hadas a los cuales me invitaron a degustar. Desde que inicié mis estudios en fairylogía tenía más que asimilado que no se podía aceptar comida de los feéricos sin quedar atrapado para siempre en su mundo o algo por el estilo. Sin embargo, muy afín a mi personalidad, me dio igual y comí un delicioso pastelito pequeño de crema, glasé y manzana como el que había comido la tarde anterior pero en casa. Estaba tranquila, feliz y en paz, algo dentro de mí sabía que como yo era medio hada no me iba a pasar nada; y así fue, lo comí feliz y disfruté de su presencia un rato antes de obligarme a mi misma a volver a mis sentidos humanos y despertarme para poder relatar todo y no olvidarme de los detalles. Pese a ello no he podido conservar la mitad de las experiencias de esta noche, pues todavía sé que viví otras que no encuentro manera de aflorar en mi memoria de pez.
Sueño por la tierra de las hadas

viernes, 7 de febrero de 2020

Report 59: Segundo viaje astral (primero controlado) - bajo astral y plano feérico

18 de Junio 2019

Bajo astral
Es vital para mí narrar esta experiencia ya que es el primer viaje astral controlado, es decir, con voluntad de hacerlo directamente desde el estado onírico. No es que no haya tenido la voluntad antes, ¡la tengo todos los días!, pero por algún motivo no funciona; vamos es como intentar acordarte de un sueño y no hay manera. Pero esta vez, mientras mi consciencia y cuerpo estaba entre ambos mundos, proyecté mi deseo consciente y sucedió al pie de la letra de manual de libro. El segundo motivo por el cual este viaje ha sido importante es porque hubo contacto con el plano feérico, ¡seguid leyendo para verlo!


Plano feérico
Era una mañana en mi cara sa d Barcelona, entré en ese estado de vigilia del sueño, pero estaba en parálisis. Como es habitual en mis parálisis del sueño, soy atacada por larvas/demonios menores que muchas veces intentan sexo, pues así fue. Sin embargo el proceso de tránsito al astral fue exactamente como lo describen los libros. Me sentía boca arriba en la cama, notaba cómo mi alma se iba separando de mi cuerpo y se quedaba al límite. Mi consciencia se activó, “ups, esto son pródromos de un viaje astral”, y empezó el zumbido ensordecedor en las orejas. Noté la vibración, una fuerte vibración que ascendía en frecuencia y aceleraba el proceso de despegue. Primero boca arriba, como dije, luego mi alma iba cambiando de posiciones sin tener en cuenta la que adoptaba mi cuerpo: de lado, torcida… Intenté salir hacia abajo en vez de hacia arriba, tal vez porque la llamada del bajo astral era demasiado poderosa como para que mi alma pudiera trascender a una esfera superior. Siempre igual, jolines. Gateé con dificultad hasta bajar de la cama y caminar por la habitación, todo era negro y derivados del gris, a penas se distinguía nada. Desde el minuto cero llegaron los parásitos hambrientos de mi energía para chupar. Intentando esquivarlos iba y venía del cuerpo varias veces sin perder el estado astral. Harta, me fijé en la mente el objetivo de aumentar mi frecuencia, el deseo se concentró y mi habitación se iluminó y resplandeció en multitud de luces y colores alegres. Mi cuerpo, hermoso, comenzó a cambiar y me hice crecer una ondulante y larga cabellera pelirroja y unas alas verdes transparentes. Me había convertido en una hada y estaba dispuesta a ascender a su mundo. Tomé impulso y atravesé el techo, fui a parar a lo que sería el piso de arriba, pero era un hermoso jardín de esculturas y flores astrales con variedad de hadas volando de un lado para otro. Fascinada, apenas aguanté unos segundos para apreciar toda esa belleza cuando de nuevo caí desplomada al bajo astral y todo volvió a verse oscuro y pesado. Satisfecha con mi objetivo, y sin fuerzas ni éxitos de volver a elevar mi frecuencia, opté por despertarme y hacer saber al mundo de mi maravillosa experiencia.

jueves, 2 de enero de 2020

Report 58: ¿Tengo duendes en casa? Los niños de Yule

Feliz año nuevo, hermanas y hermanos mágicos. Todavía estamos en invierno, lo que me da pie a hablar sobre los duendes de Yule, aunque como siempre, soy una vaga y ya se me ha pasado la fecha del solsticio. Es igual, hacía un tiempo que pensaba en compartir estas mágicas experiencias que estoy viviendo en mi nuevo alojamiento y tierra, ahora que por fin (o no T.T) estoy fuera del nido materno. A lo que voy, estos últimos meses he podido disfrutar de la visita de unos diminutos amiguitos en mi morada, o al menos, a esa conclusión he llegado a la hora de analizar los acontecimientos misteriosos.

No es de extrañar que en las fechas que rodean las ocho festividades paganas ocurran fenómenos relacionados con la presencia de nuestros "buenos vecinos". Las hadas, o como bien gustéis llamarlas, están especialmente activas en estas fechas; en mi caso, alrededor de Yule, y reforzado por las múltiples llamadas que he ido efectuando en mi nueva lar a los elementales. Así que supongo que me están diciendo que han escuchado mi llamada de invitación, y yo, por supuesto estoy la mar de contenta.

¡Sed bienvenidos!

Los apodé, cariñosamente, "niños de Yule". Este concepto ya existe en la mitología y hace referencia a los 13 hijos de la bruja Gryla que se dedican a hacer trastadas en los hogares antes y durante la Navidad. Para protegerse de dichos seres, tradicionalmente la gente usaba decoraciones de acebo, hiedra y muérdago que colgaban en lo alto de la puerta de entrada en forma de corona. Otro elemento importante en estas fechas es el tronco o leño de Yule, el cual se quemaba la noche del 21 y se dejaba arder hasta el día siguiente. Una vez quemado, las cenizas de éste se usaban para encender el leño del año venidero. La festividad dura hasta el día 6 de Enero, fechas que coinciden con la Epifanía Cristiana.

MIS EXPERIENCIAS:

  • La primera señal fue una cremallera de mi equipamiento motero que se había atascado con el forro y no había tu tía de sacarla de allí sin romper el costoso traje, así que lo dejé sin tocar. A la semana metí la mano al bolsillo y cuál fue mi sorpresa al darme cuenta que la tela estaba perfectamente desatascada sin ningún rasguño. Bueno, ¡sólo puedo decir gracias!
  • Un tiempo más tarde mientras llamaba a los elementos en una pequeña ceremonia en la sala de estar, fui interrumpida más de dos veces dándome cuenta de que algo había apagado la vela verde encarada al norte (simboliza el invierno), me costó la vida poder encenderla otra vez. Para cuando me concentré de nuevo, el incienso al lado de la misma vela se había apagado. Ya no me concentré así que dejé la tarea.
  • La noche después mi pareja había cocinado empanadillas caseras y una de ellas era de
    ingrediente sorpresa, las trajo a la mesa y fuimos comiendo una a una. Yo, adivinando los sabores, me percaté de que habían salido todos menos el sorpresa. Como no nos entraban más dejamos el resto para el día siguiente. A la noche seguimos comiendo empanadas hasta que nos quedamos sin ninguna. «Por cierto, ¿cuál era el ingrediente de la empanada especial?», le pregunté. «Queso», respondió. «¿Es que no te la has comido ya?» «¿Yo? ¡Qué va! Te la habrás zampado tú, ya sabes que tu hada adora el queso». [...] Sin rastro de la empanada. Y no, no me ha mentido, confío en él y mis pájaros están en su jaula. 
  • Justo las noches de la Natividad, a pesar de haber dormido bien, perdía continuamente los
    tapones de los oídos como es habitual en mí. A la mañana los busqué y de 4 solo habían 3, como no los encontraba dejé la cama hecha un desastre (como también es habitual) y me fui al trabajo. ¡A la noche cuál fue mi sorpresa al darme cuenta de que, perfectamente puestos en la bolsita bajo la almohada estaban los 4 tapones! Lo más fuerte es que al día siguiente se volvieron a repetir los mismos hechos sin que nadie interviniera.