Las hadas encantadas salen en la noche de San Juan para buscar marido o, en su defecto a alguien que tenga la capacidad de desencantarla. Esa noche ellas debían de quedarse en los parámetros indicados, los cuales eran en la mayoría de los casos lugares acuáticos, como cascadas, ríos o lagos. Aguardarían hasta que un muchacho se acercase a sus parámetros, en los cuales hallaría una pañoleta en el suelo con un peine de oro, un espejo, u otros objetos similares.
En el momento en que ella viera al joven debería preguntarle: ¿Qué prefieres, el peine o mis cabellos?
Si el joven contestaba que el peine, era una oportunidad perdida; no obstante, si contestase algo similar a: "El peine es valioso, pero tus cabellos dorados me agradan más", el hada quedaría desencantada. Después de esto el muchacho podría elegir si ser su esposo (siempre que jurase silencio sobre la manera en que conoció a su esposa), o no comprometerse con ella y ser obsequiado con joyas.
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